Expresidente cumplirá prisión preventiva por 18 meses, mientras duran las investigaciones por los casos Odebrecht y Lava Jato.

El expresidente Alejandro Toledo regresó ayer al territorio peruano, tras seis largos años en los que huyó de la justicia nacional intentando buscar refugio e impunidad en los Estados Unidos. Sin embargo y, como reza el dicho, “la justicia tarda, pero llega”.

Finalmente, ese día llegó y Toledo Manrique tendrá que dar la cara y enfrentar los cargos que se le imputan mientras cumple una prisión preventiva de 18 meses solicitada por el Ministerio Público y aprobada por el Poder Judicial.

Al expresidente se le imputa presuntamente haber recibido pagos por un total de US$ 35 millones de la empresa Odebrecht a cambio de favorecerla con las licitaciones de las obras para la construcción de la carretera Interoceánica, tramos II y III, cuando era jefe de Estado.

El suplicio de Toledo se inició al promediar las 7:00 a.m. cuando el vuelo comercial en el que se encontraba el expresidente arribó a las instalaciones del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Allí lo esperaban, junto a un nutrido contigente de policías y fiscales, el comandante general de la Policía, Jorge Luis Angulo, y la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

En los exteriores, un reducido grupo de simpatizantes del expresidente se hicieron presentes con banderolas del extinto partido fundado por él mismo, Perú Posible.

Las primeras imágenes del retorno de Toledo revelaron a un hombre resaqueado por la derrota, encerrado en el laberinto de mentiras y actos irregulares que él mismo construyó alrededor suyo y de su gestión presidencial (2001-2006). Un Toledo desaliñado, con el cabello desordenado, descolorado y maltratado, mirada taciturna y con una encorvadura más pronunciada en su fisonomía, bajó del avión acompañado de dos alguaciles de EE. UU., quienes viajaron con el exmandatario para corroborar que el proceso de extradición se hiciera con éxito. Apenas pisó suelo peruano, fue intervenido por un grupo de fiscales y policías, quienes procedieron a esposarlo para dar inicio a los controles como parte de su proceso judicial.

Mientras eso sucedía en el Jorge Chávez, en la sede de la Dirección Nacional de la Policía Aérea (DIPA), aledaña al aeropuerto internacional, se preparaban para recibir al exjefe de Estado. Fiscalía había anunciado previamente que a Toledo se le realizaría el reconocimiento médico en este lugar. Un gran contingente policial aguardaba en los exteriores de la DIPA la llegada del personaje cuando los medios de comunicación captaron la presencia de un viejo aliado y exviceministro durante su gobierno, David Waisman, quien aguardaba la llegada de su examigo para “encararlo”.

El puñetazo de Waisman

Hace unos días el octogenario exviceministro había asegurado durante una entrevista en un conocido canal de televisión que iría a encarar a Toledo cuando llegara al Perú. Así lo hizo, pero no contó que se toparía con Carlos Almerí, exministro de Trabajo también en el gobierno de Alejandro Toledo.

La cobertura periodística logró captar el momento en que Almerí se acerca a increpar y provocar a Waisman. “Yo voy a declarar que cuando yo era ministro tú me pedías todos los días puestos de trabajo para tu familia”, fueron las palabras del extitular del Ministerio de Trabajo que sacaron de sus casillas a Waisman, quien perdió los papeles cuando le dijo palabras más gruesas y arremetió con un puñetazo en el rostro de Almerí delante de los medios de comunicación que aguardaban la llegada de Toledo.

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